Estimados lectores, demasiado tiempo desde la última
entrada. Por supuesto me gustaría publicar con más asiduidad pero
desgraciadamente como le oí decir una vez a Jaume Sisa “en esta vida no hay
nada más valioso que tener tiempo libre y poder perderlo”. De ahí, que de un
tiempo a esta parte ande escaso de tiempo y a la vez superado por la presente
agitación que nos acecha diariamente.
De mi actualidad, decir que vivo obligadamente exiliado
en Cataluña por circunstancia de índole laboral y que esto me permite tener de
primera mano una visión de la realidad social de un pueblo, el catalán, que
atraviesa uno de los momentos más convulsos y a la vez decisivos de su reciente
historia.
Anteriormente, había explicado que el nacionalismo
organiza la comunidad en la que arraiga en base a una fidelidad excluyente con
los que no aceptan las reglas impuestas por los nacionalistas. En la actualidad
asistimos a un conflicto entre el nacionalismo catalán, tradicionalmente
histórico económico y sostenido por una burguesía económico empresarial y el
nacionalismo español de corte centralista.
A día de hoy veo con preocupación cómo crece el recelo
entre ambas partes y paulatinamente se recorta la posibilidad de alcanzar una
solución consensuada. Además el foco de atención que está acaparando esta
circunstancia impide que la sociedad catalana se centre en superar la profunda crisis
económica y de valores que padece. Casualmente al actual nivel de
crispación se ha llegado después de que el Tribunal Constitucional tumbara la
reforma del Estatut y de que Madrid desoyera cualquier propuesta de corregir el
concierto económico. Si uno repasa la reciente historia de España se da cuenta
que los mayores decibelios de convulsión se logran casualmente cuando en Madrid
gobiernan determinadas siglas.
Personalmente la única solución pacífica que apreció dado
el nivel de “ruido” que por ambas partes, en distinto grado, se ha ayudado a
crear es la Consulta a los Ciudadanos sobre la Independencia de Cataluña. A fin de máximizar la legitimación de dicha consulta, no se debería interpelar únicamente a los ciudadanos catalanes.
Un hipotética situación de secesión creo que provocaría que ambas partes salieran perjudicadas en un primer momento, pero no hay que obviar que Cataluña ha sido uno de los motores de España desde antes de la democracia y que la cultura y la lengua catalana no han sido respetadas desde España así como la cultura española ha sido minusvalorada por muchos catalanes.
Un hipotética situación de secesión creo que provocaría que ambas partes salieran perjudicadas en un primer momento, pero no hay que obviar que Cataluña ha sido uno de los motores de España desde antes de la democracia y que la cultura y la lengua catalana no han sido respetadas desde España así como la cultura española ha sido minusvalorada por muchos catalanes.
A día de hoy, el nacionalismo catalán ha moderado su discurso
y aventaja claramente al nacionalismo español en cuanto a empatía y respeto
hacía su contraparte.
Desgraciadamente tal vez Cataluña ya se ha ido, quizás desde
hace unos meses. Puede que llegue a ser oficial en unos meses, en unos años o se reconduzca la situación. De cualquier modo, la sociedad catalana tendrá que discutir y tendrá ser informada de un modo
riguroso y veraz sobre los pros y los contras de una decisión así. Habrá que analizar que se hace con la deuda pública y que proyecto de futuro socio político quieren los catalanes porque si siguen votando a las mismas siglas que les gobiernan actualmente, su proceso de secesión en caso de llevarse a cabo tan sólo agravará su situación respecto al momento actual.
La clave, como he mencionado ya, está en que el discurso
independentista se ha suavizado. A mediados de los noventa los que se
proclamaban pro independentistas eran vistos por la opinión pública catalana
como cuasi terroristas. Por aquel entonces, en Madrid gobernaban unas siglas
cuyo nacionalismo español era claro pero jamás exacerbado. Progresivamente
desde entonces ambas partes han ido trasladando sus posturas hasta llegar a
permutarse a ojos de la opinión pública catalana y de cualquier simple
observador mínimamente objetivo y aséptico.
Finalmente y pese a que desconozco cual serán los hechos
en el futuro más próximo respecto a este asunto, si que observo posibilidades reales de que Cataluña alcance su independencia si la situación no se reconduce. Este
argumento está fundamentado en el hecho de que por primera vez en la reciente
historia mundial, es el estrato alto de una sociedad el que encabeza la
corriente independentista, es decir aquellos que detentan el poder económico y
político son los defensores de la cultura y la lengua que tradicionalmente ha
sido dominada. Esto dota a este proceso de una singularidad única. Basta repasar
ejemplos de actuales o recientes procesos similares como el vasco, el norirlandés,
el escocés o el lapón para comprobar que esta circunstancia no se daba en ninguno de ellos. No obstante, el pueblo catalán debe ponderar con extrema exactitud
las consecuencias de avanzar en un camino de muy difícil retorno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario